La Casa del Moral
Del 10 de agosto al 14 de setiembre de 2019
Las primeras noticias del trabajo xilográfico de Mariano Alcántara La Torre (1908 – 2000) las encontramos en el libro Grabadores en el Perú que el desaparecido investigador José Fernández publicó en 1995. En ese volumen Alcántara está representado mediante ocho estampas en las cuales, desde sus títulos, se transparenta su identidad trujillana: “Pórtico y balcón colonial”, “Retrato de José Eulogio Garrido”, “Matinal mochero”, por ejemplo, así lo demuestran. De allí la elección del título de esta primera muestra antológica de sus grabados.
Por eso conviene que empecemos agradeciendo al señor “Pepe” Fernández, también trujillano, por haber sembrado la inquietud por indagar acerca de este grabador conocido por un muy reducido círculo de intelectuales liberteños. Debemos agradecer también a sus hijos, quienes preservan diligentemente una treintena de sus tacos originales, gracias a los cuales hemos podido preparar esta muestra antológica.
El caso de Mariano Alcántara es singular pues antes que grabador fue un pintor autodidacta que logró hacerse de un oficio notable patente en los retratos al óleo que se conocen; rigurosidad y autoexigencia que podían explicarse, tal vez, por ser hijo de Jose Alcántara La Torre, uno de los más exquisitos ilustradores de la revista limeña Variedades, de quien adopta el segundo apellido al momento de firmar cuadros y artículos.
Pero Mariano fue también, y paralelamente, un librero de vocación, es decir, alguien que no sólo facilita el encuentro del libro y su lector sino que convierte su establecimiento en un recinto hospitalario para la lectura y la tertulia intelectual. Cristóbal Campana recuerda que los miembros del grupo “Trilce” se adueñaban de la librería “Divulgación” durante sus cónclaves literarios y que aunque “espantaban” a la clientela potencial don Mariano jamás se molestó y que, por el contrario, disfrutaba de albergar a toda esa juventud ilustrada que podía consultar sus estanterías sin reparos.
¿Pero qué lo llevó a incursionar en la xilografía? En verdad, muy pocos pintores sienten tanta afinidad por el grabado. (Uno de esos raros casos fue Julio Camino Sánchez, por ejemplo). Tal vez su bibliofilia explique esa predilección si consideramos que la imprenta y el grabado en madera están estrechamente vinculados en la ya longeva historia del libro. Sabemos también que algunas publicaciones periódicas regionales estuvieron ilustradas por las estampas de nuestro artista. Las pequeñas dimensiones de sus matrices, que las habilitaban para insertarse en una página con textos, afianzan la intuición de que fueron concebidas como viñetas. Lo cierto es que fue un grabador solitario y como tal llegó a forjarse una técnica eficiente, como lo corroboran sus “cabezas” de Vallejo, el atardecer en Huanchaco o la fachada de la Casa Ganoza Chopitea, entre otras estampas.No sabemos cuántos tacos grabó Mariano Alcántara y ese inventario queda pendiente. Afortunadamente el conjunto que preservan sus herederos nos permite conocer su personalidad: tanto su amor filial, como su valoración del paisaje natural, cultural y urbano de La Libertad, así como su fe religiosa, su filiación política y sus preferencias literarias y librescas.
Esta exposición constituye, además, el aporte histórico de la Primera Bienal de Grabado de Arequipa. Agradezco al grabador Gerardo Salazar quien, a fines de febrero de 2019, compartió conmigo el hallazgo de este acervo; también a Carlos Alcántara, hijo del artista, quien facilitó enormemente nuestras pesquisas. Y agradezco especialmente a Gabriela De Bernardi, diseñadora y grabadora, quien proporcionó los recursos para que la artista cajamarquina Valeria García viajara a Trujillo especialmente para realizar el juego de impresiones que aquí mostramos.